El golpe había sido tan duro que por unos instantes perdí la noción de dónde me encontraba. ¡Ah, sí...! Estaba en Carmelo. Me había mudado hacía muy pocos días y ya llevaba mi segunda caída. ¿Sería una señal? Evidentemente, sí que lo era. A partir de ese momento, las cosas más inverosímiles comenzarían a sucederme... una tras otra... en la ciudad en la cual los amigos de lo ajeno abundaban y el trabajo era una costumbre de pocos. En esta historia te cuento cómo fue mi breve pero deplorable vida en Carmelo. A través de este libro te entrego tres cosas: una historia increíble pero verdadera; la advertencia para que nunca, realmente nunca, te mudes a Carmelo si quieres conservar tus pertenencias contigo y tu moral, y una enseñanza de resiliencia para que entiendas que, aunque los monstruos vayan directamente a tu yugular, odiar no es el camino. Solo siéntate en la puerta de tu casa, y verás pasar el cadáver de tu enemigo...