La muerte de Dino Pertoni logra reunir por primera vez, en mucho tiempo, a sus cuatro hijas y único hijo, Paulo. Dino Pertoni, quien nació y creció en Siena, Toscana, migró a Estados Unidos a los veinte años. Dedicó su vida de trabajo a la compra de cacao y a la manufactura de chocolates desde su fábrica localizada en un lugar del noreste de Connecticut, llamado Mystic, hermoso pueblo de pescadores y pequenas tiendas de antiguedades. Su primera esposa y madre de sus hijos, Sofía, había fallecido muchos años antes y Dino se volvió a casar con una antigua y cercana amiga, con quien no tuvo hijos. Hanna Levy fue una extraordinaria mujer, que hizo su propia fortuna y ayudó a Dino, desde el inicio de su amistad, al llegar a la ciudad de Boston, como inmigrante. Hanna fue protagonista en la vida de Dino y lo guió amorosamente, con aquella ferrea personalidad hebrea, a lograr sus sueños y a construir, también, su propia fortuna Al morir Dino, va dejando unas cartas, a través de su abogado y gran amigo, a su hijo Paulo. Y, a través de estas, ofrece señales que conjugan su pasado con el presente. Esto llevará a Paulo a cambiar, repentinamente, su plan de vida. Paulo experimentará que la muerte de su padre, ciertamente, cierra un importante capítulo en la vida de todos a su alrededor. Pero descubrirá, más importante aún, que abrirá los capítulos más significativos de su vida.