Esta novela es producto de una necesidad interna del autor de explorar un lugar y un tiempo; el sinfín de ideas y descubrimientos que llevaron a dramáticos cambios en Europa y América durante el siglo XVI; el mundo que, en parte, se refleja en la vida y obra de Giordano Bruno, muerto en la hoguera por hereje unos años antes de que Galileo Galilei decidiera salvarse de este castigo, ambos, sentenciados por el mismo inquisidor.
Giordano Bruno, conocido como el Nolano, fue audaz e insolente, erudito en filosofía, siempre en las fronteras del conocimiento y en constante defensa de sus argumentaciones ante los estudiosos contemporáneos.
Así, el también apodado Furioso formó parte de las mentes brillantes que convulsionaron a toda una sociedad con sus ideas, que los convirtieron en víctimas del miedo de muchos que detentaban el poder económico, político o religioso, ante el futuro incierto que suele generar la crítica cuando esta logra cimbrar la creencia en la solidez de los dogmas y costumbres de una época.
El autor espera transmitir al lector el mismo placer que tuvo al escribir sobre la vida de este hombre, enfrentado, por sus conocimientos y propuestas, a una feroz represión.